St. John's College

Cambridge, Inglaterra

Nyhavn

Copenhague, Dinamarca

Río Nidelva desde Bakke Bru

Trondheim, Noruega

Templo romano

Évora, Portugal

Piazza della Signoria

Florencia, Italia

Castillo de Eilean Donan

Dornie, Escocia

Río Duero

Oporto, Portugal

Molinos

Alkmaar, Países Bajos

Fiordo de Lyse

Preikestolen, Noruega

lunes, 30 de abril de 2012

Portalegre

La última ciudad portuguesa que he visitado ha sido Portalegre, poblada por unos 25000 habitantes y emplazada en el Alto Alentejo. Su nombre parece derivar de Portus Alacer, o puerto (o punto de encuentro) alegre, y dependía de la villa de Marvao, aunque comenzó a prosperar y el rey portugués Alfonso III le concedió su propia administración en 1259. Poco después se contruye la muralla, en 1290, que fue puesta a prueba durante en 1299 como consecuencia de una guerra civil debido a la oposición al actual rey Dionisio I de Portugal, al considerar varios que era hijo ilegítimo. 

Durante el siglo XV alcanzó cierta fama por su producción de textiles, y en el siglo XVI alcanzó la categoría de ciudad y cierta importancia como centro administrativo y económico de la región, gracias a los impuestos que recaudaba de los judios, siendo la cuarta ciudad que más recaudaba, superando a otras como Oporto. 

Dada su cercanía con la frontera española estuvo involucrada en diversas batallas y fue conquistada varias veces por las tropas españolas, como en 1704 durante la Guerra de Sucesión Española o en 1801 durante la Guerra de las Naranjas. En 1848 se asienta la industria del corcho inglesa George Robinson, por lo que se pueden encontrar todavía numerosas artículos relacionados con este material en la ciudad.





Escogimos Portalegre por ser uno de los núcleros principales de la zona, y contar con algunos elementos que a priori podrían ser interesantes, como la catedral, un castillo, etc. Sin embargo, entre lo que nos encontramos cerrado y el estado en que se encontraba lo demás, Portalegre me resultó algo decepcionante. 

El castillo de Portalegre se ubica en la parte antigua de la ciudad, y ya existen referencias a él en la fecha de Alfonso III, siendo reforzado en numerosas ocasiones, como en la guerra civil comentada anteriormente, o en los siglos XV y XVI. La restauración del castillo no tuvo lugar hasta la década de los 60, continuando un poco más en los 90 y albergando en la actualidad un museo. Fue el primer edificio que visitamos, pensando que lo mejor sería ascender a la ciudad vieja y luego ir bajando para ver el resto. No fue una visita demasiado interesante, lo que queda del castillo son algunos muros y cimientos, perdiendo bastante presencia, y el pequeño museo se ve muy rápido y tampoco es especialmente destacable. 

Otro de los edificios importantes es la catedral (Sé Catedral de Portalegre), construida en el lugar donde se ubicaba una de las iglesias. Comenzó a construirse en 1556 y la última piedra de la bóveda se colocó 19 años después, acabándose de construir la catedral dentro del mismo siglo. La pena es que no visitamos su interior, ya que si no recuerdo mal, nos la encontramos cerrada. Por las fotos que he visto parece bastante bonita, con púlpitos de mármol, al igual que las gradas frente a la capilla mayor.


Castillo de Portalegre

Vistas desde el castillo

Catedral de Portalegre

Otro de los puntos que se destaca de la ciudad es el Plátano de Rossio, plantado en 1848 y cuya copa tiene en la actualidad unos 26 metros de diámetro. También es interesante resaltar el Convento de Santa Clara, que actualmente es la biblioteca municipal, y que fue mandado construir por la reina Leonor. En el patio se puede ver una fuente de mármol del siglo XVI, y en general está relativamente bien cuidado, dado el uso de biblioteca que tiene, aunque algunas zonas no lo están tanto. 

Si tuviera que decir el sitio que más me llamó la atención, fue el Convento de los Agustinos, que actualmente es un cuartel de la Guardia Nacional Republicana. Lo mejor y más extraño de todo es que es visitable, se le puede pedir permiso al guarda de la entrada, que os acompañará y abrirá la puerta de la capilla; esta se encuentra en un estado algo pobre, pero bastante auténtico, cuenta con una sillería y diversas estatuas y pinturas, si no recuerdo mal. Un paseo curioso, entre lo auténtico del entorno y las palomas revoloteando a tu alrededor, acrecentando la sensación de lugar abandonado salido de un libro de fantasía. De aquí no saqué fotos, dado que no sabía si podía o no y no pregunté al guarda al final... Además de estos lugares principales, callejeando se pueden encontrar diversos palacios y casonas con sus escudos señoriales en la puerta, bastante pintorescos.

Plátano de Rossio

Convento de Santa Clara

Edificio que me resultó curioso

Vistas de la ciudad, con el castillo a un lado y la catedral al otro

De todas formas, mi impresión general es que Portalegre es una ciudad que realmente no merece demasiado la pena ver o dedicar mucho tiempo. Comimos bien, tiene un par de detalles interesantes pero no muchas cosas, y en ocasiones el estado de conservación de estas deja que desear. Évora está muy cerca y tiene bastante más que ofrecer, si buscáis una ciudad del Alentejo con características similares.

martes, 17 de abril de 2012

Ruta por el Alto Asón

A unos 60 kilómetros de Santander yendo hacia el este se llega a Ramales de la Victoria, un pequeño pueblo que me sirvió como punto de partida para una pequeña ruta por la región del Alto Asón. Y una característica muy importante de esta región, así como de varias regiones más de Cantabria, es la presencia de cuevas con arte rupestre paleolítico. No en vano, una red de 17 cuevas, además de Altamira, son Patrimonio de la Humanidad. Entre ellas unas de las que yo visité, la cueva de Covalanas.

Sin duda la más conocida de todas las cuevas cántabras es la de Altamira, pero bien recomendado preferí acercarme a la de Covalanas. Y es que para ver una representación y no el original, ya lo hago en Madrid, no me hace falta viajar tanto. La principal ventaja de esta cueva (posiblemente otras de la red también), es que puedes acceder a la original y admirar las pinturas rupestres a un palmo de tu cara. Como os podéis imaginar está terminantemente prohibido sacar fotografías en el interior de las cuevas, así que no puedo mostraros nada. Pero afortunadamente para mi y el futuro de esta entrada, la propia ruta para llegar ya es de por sí bastante bonita y digna de merecer una mención especial.

La ruta comienza en Ramales de la Victoria, como comentaba antes. Un pequeño pueblo de aproximadamente 3000 habitantes, asentado en un valle formado por el río Asón y el Gandara, donde se pueden apreciar algunos picos montañosos bastante llamativos, entre los cuales destaca el pico de san Vicente. Desde el pueblo se accede tras un pequeño paseo a la cueva de Cullalvera, que destaca por su impresionante entrada y que decidí incluir en el recorrido sobre la marcha, debido a su cercanía. 

La cueva se puede visitar con un guía, y cuesta 3€. Es bastante impresionante el cambio de temperatura al interior de la cueva, la temperatura baja varios grados. También fue habitada y tiene pinturas, pero se encuentran bastante adentro, y es una zona a la que el recorrido guiado no llega. A pesar de ello, la propia belleza de la cueva, esculpida a lo largo de tantos siglos por el agua, es suficiente como para que merezca la pena la visita.

Parroquia de san Pedro, en la Plaza Duques de la Victoria (Ramales de la Victoria)

En busca de la cueva de Cullalvera

El pico de san Vicente

Entrada a la cueva de Cullalvera

Tras la visita de esta cueva, que dura aproximadamente 45 minutos, volví sobre mis pasos hasta el pueblo, para tomar un sendero diferente para acceder ahora a la cueva de Covalanas. Hay que dirigirse al monte Pando, y no tiene pérdida ya que el camino discurre paralelo a la carretera nacional, en dirección sur. Esta cueva encuentra más lejos, se puede acceder en coche a un aparcamiento cercano y realizar andando la última (y más dura) subida, pero es un bonito paseo y no muy largo para realizarlo andando admirando la belleza del paisaje (más o menos una hora y media por trayecto, si no recuerdo mal). Gente realizando escalada, aves que se esconden entre los agujeros y grutas de las laderas de la montaña de piedra caliza, miradores al valle..., es imposible aburrirse en esta subida a la cueva.

Los dibujos que predominan en la cueva son ciervas cuyo contorno ha sido punteado en tonos rojizos, se estima que hace unos 22000 años. Es impresionante observar efectos de perspectivas e incluso ilusión de movimiento a una luz oscilante. Debido al deseo de preservar las pinturas, solo se puede acceder en grupos de 7-8 personas cada hora (por lo que es totalmente necesario reservar con antelación aquí), cuestra 3€, no se permite más luz que las linternas que te suministran, y está prohibido tomar fotos, por lo que solo os puedo mostrar las del camino hasta la cueva. Esta ruta con las visitas a las cuevas es mi mejor recuerdo del viaje a Santander, es una visita totalmente recomendable si estáis por la zona y tenéis interés en las pinturas rupestres o simplemente salir a dar una vuelta por tan pintoresco pasaje.

Otra vista de Ramales de la Victoria

El pico de san Vicente, desde otro punto

Sendero buscando la cueva de Covalanas

¿Veis al escalador?

Otro de los picos principales de los alrededores

Vistas desde el monte Pando

Cavidades en la pared

En la última parte de la ruta, llegando ya a la cueva

jueves, 5 de abril de 2012

La mezquita de Bab Al Mardum

Toledo tiene mucho que ofrecer, y de muchos estilos diferentes. Uno de los monumentos quizá menos conocidos, al no encontrarse en los clásicos recorridos turísticos de la ciudad, sea la mezquita de Bab Al Mardum, reconvertida posteriormente a ermita del Cristo de la Luz. El nombre de la mezquita proviene de la puerta cercana de mismo nombre y que significa "puerta tapiada"; el nombre original de la mezquita se ha perdido en el tiempo, y es que esta mezquita tiene más de 1000 años, puesto que fue fundada aproximadamente en 999.

Parece ser que originalmente existía un templo visigodo en el mismo lugar, y de hecho los capitales de las columnas de la mezquita son de esa época. Tras la conquista de los árabes, estos edificaron su mezquita en el mismo sitio del templo. De esta se pueden observar todavía elementos como el muro de la quibla y su estructura cuadrada, a la que posteriormente se le añadió el ábside tras su conversión a ermita. Respecto a su nombre actual de Cristo de la Luz, una de las leyendas toledanas cuenta que con la reconquista, al entrar las tropas de Alfonso VI en la ciudad, el caballo de este calló de rodillas a la altura de la mezquita. Los esfuerzos para levantar al animal resultaron en vano y eso se interpretó como un signo divino, por lo que alguien decidió excavar en uno de los muros después de encontrar un resplandor, encontrando una imagen de un Cristo crucificado junto a una lampara de aceite, que se había mantenido encendida durante 300 años.




Dentro de la mezquita se pueden encontrar pinturas de estilo románico-mudéjar, aunque hoy día se encuentran en un estado bastante deteriorado, pero que datan del siglo XIII. Algunos de los diseños arquitectónicos se inspiraron en los de la mezquita de Córdoba, como las bóvedas de crucería del interior o los arcos lobulados de la fachada. En el mismo recinto se puede pasear y relajarse en un pequeño jardín, que tiene además unas buenas vistas a la puerta del Sol de la ciudad, así como a parte de ella, ya que existe un pequeño mirador. Y por si la antigüedad del edificio fuera poca, también se pueden observar los restos de una calzada romana que atravesaba la zona, justo al lado de la puerta de Bab Al Mardum o de Valmardón.

La única pega es que hay que pagar 2.50€ por entrar al recinto. Si bien es cierto que el estado de conservación de las pinturas y el interior de la iglesia dista de ser óptimo, no deja de ser uno de los restos más antiguos existentes en la ciudad. También puede ser que, como es mi caso, os interese ver unas pinturas del siglo XIII a pocos metros vuestros, o disfrutar de la calzada romana justo a vuestro lado o descansar un rato en el mirador, y en ese caso os compense pagar la entrada. Creo que este lugar tiene muchísima historia, y es un sitio que transmite mucha cercanía, puesto que es pequeño y no existe ningún tipo de cordón, barrera o limitación para verlo. Por eso, creo que 2.50€ no es demasiado dinero para disfrutar de un sitio como este, aunque no se encuentre en su estado más presentable.





lunes, 2 de abril de 2012

Península de La Magdalena y el palacio

Uno de los rincones más conocidos de Santander, posiblemente la estampa más fotografiada, es el Palacio de La Magdalena, situado en la península de mismo nombre. El palacio se construyó a principios del siglo XX, entre 1909 y 1911, y se entregó a los reyes, que lo utilizaron como residencia veraniega hasta 1930. Además de residencia veraniega real, el palacio se utilizó también como sede para cursos de verano, que luego derivarían en la Universidad Internacional Menéndez-Pelayo. Tras la Guerra Civil la sede de la universidad cambió al Hospital de San Rafael, pero volvió al palacio en 1949. La propiedad actual es del ayuntamiento, utilizando la universidad el palacio y caballerizas, quedando los alrededores como jardín municipal.

El edificio tiene influencias británicas y francesas en su construcción, y se encuentra ubicado en la cima de la península, en el lugar donde se encontraba un antiguo fuerte que protegía la bahía. Para llegar al palacio se puede acceder por el paseo de El Sardinero, la zona de playas al norte de la ciudad, conformando en conjunto una bonita ruta. La península de La Magdalena no cuenta únicamente con el palacio, sino que existen diversos senderos que permiten acceder a otros elementos como un pequeño zoo, un rincón con réplicas de las embarcaciones empleadas por Vitar Alsar o las mencionadas caballerizas del palacio, todo ello amenizado con las arboledas del jardín municipal, unos pequeños acantilados y las preciosas vistas al mar.

El Palacio de La Magdalena es quizá la visita más obligada de Santander, el punto más destacado de una ciudad que, por otra parte, no ofrece muchas más alternativas similares, pero en la que pasé unos días muy agradables.

Zona entre El Sardinero y la península de La Magdalena

Pequeños acantilados y galeones empleados por Vitar Alsar

Una de las balsas utilizadas por el explorador cántabro en sus viajes

Llegando al palacio

Palacio de La Magdalena