St. John's College

Cambridge, Inglaterra

Nyhavn

Copenhague, Dinamarca

Río Nidelva desde Bakke Bru

Trondheim, Noruega

Templo romano

Évora, Portugal

Piazza della Signoria

Florencia, Italia

Castillo de Eilean Donan

Dornie, Escocia

Río Duero

Oporto, Portugal

Molinos

Alkmaar, Países Bajos

Fiordo de Lyse

Preikestolen, Noruega

viernes, 2 de agosto de 2013

Ruta por los fiordos noruegos: el tren de Flåm

Una vez finalizadas mis tareas en Bergen tras cuatro días, comenzó el verdadero viaje. La primera parada de esta ruta me llevaría a la estación de Myrdal, desde donde montaría en el conocido tren de Flåm o Flåmsbana.

El Flåmsbana hace el recorrido entre Myrdal y la localidad de Flåm en los dos sentidos, superando un desnivel de 865 metros en 20 kilómetros, siendo uno de los trenes operando en uno de los recorridos con más inclinación del mundo. Hay numerosos tours que lo incluyen en su oferta partiendo de distintas ciudades, pero en mi caso, como me gusta ir por libre, preparé la ruta a mi aire.

Desde Bergen a Myrdal fui en tren, por la vía que une Bergen con Oslo, y parece la mejor forma de llegar. El billete se puede comprar por internet en la página de ferrocarriles noruegos, NSB, pero como el billete para el Flåmsbana no se puede comprar así, decidí comprarlo todo junto en la oficina de turismo. No tiene sentido llegar hasta Myrdal si luego no iba a tener billete para bajar a Flåm. 

De Bergen a Myrdal hay aproximadamente dos horas de trayecto, y el billete cuesta 278 NOK (unos 35€). Uno podría pensar que son dos horas perdidas, pero el viaje bien merece la pena por los paisajes que ya comienzan a aparecer por la ventanilla del tren. Lamento la mala calidad de las fotos, pero hacerlas desde un tren en marcha en un día nublado y lluvioso no es nada sencillo...







La estación de Myrdal es muy pequeña, no hay pérdida posible. Afortunadamente, paró de llover poco antes de llegar a la estación, aunque de vez en cuando caían algunas gotas. Tiene un pequeño edificio entre los andenes con unos servicios y una cafetería, y poco más. 

El paisaje en cambio sigue siendo deslumbrante. Aquí tenía una hora de espera hasta la siguiente salida del Flåmsbana con destino a Flåm, ya en la orilla del Aurlandsfjord, uno de los brazos del Sognefjord, o Fiordo de los Sueñosel fiordo más largo de Noruega. Aproveché entonces para tomar algo y sacar más fotos del entorno de ensueño que se empezaba a dibujar.






El Flåmsbana, llegando a la estación

Una vez que llegó el tren, emprendimos la bajada hasta Flåm. El trayecto dura una hora, y el billete cuesta 280 NOK, algo más que el trayecto Bergen-Myrdal. En total, de Bergen a Flåm uno se deja 70€, nada más que en el transporte.

El sinuoso recorrido está lleno de túneles, cascadas, y pequeñas construcciones de madera que salpican el paisaje de vez en cuando. Al principio estaba alucinando con la cantidad de cascadas que había, pero si os digo la verdad, llega un punto en que uno ya pierde la cuenta. Hice el recorrido además en junio, cuando todavía hay nieve en los picos (como habéis podido comprobar), y el deshielo está todavía a pleno rendimiento, por lo que la cantidad de agua es tremenda. Posiblemente esta sea la mejor época del año para hacer este viaje.

También tenía un poco de reparo en lo de "uno de los trayectos más inclinados del mundo", por aquello de bajarlo siguiendo la ladera de la montaña, pero no impresiona para mal en ese sentido, fui muy tranquilo todo el viaje. Hay una pantalla que va indicando algunos hitos famosos, como por ejemplo Kjosfossen, un salto de agua de unos 225 metros. En ese punto el tren se paró un rato para que pudiéramos bajar a una plataforma anexa y hacer unas fotos más de cerca. Tras empaparme un poco, vuelta al tren y a continuar el recorrido.

Interior del tren


Kyosfossen

Recorrido del tren



Llegando

Una hora después de partir se llega a la estación de Flåm, una pequeña localidad que ronda los 500 habitantes. Se nota que es un gran punto turístico, y la estación de tren está rodeada de tiendas de regalos, algún que otro supermercado y también hay campings por la zona. Flåm también es el inicio de una de las rutas de barcos que recorren los brazos del fiordo, pero yo no haría ese viaje aquel día, estaba pensado para el siguiente.

Mi plan era dar una pequeña vuelta por la aldea, comprar algo de comer y esperar una hora hasta llegar al bus de Nor-Way que me llevaría hasta la localidad vecina de Aurland. Tras localizar la parada de autobús, que estaba en un parking, lo primero que me encuentro es un autobús con el logo de Asturias, así que me acerqué y el conductor y yo nos empezamos a reír. No es temporada alta ni la hora punta del día, y lo primero que me encuentro casi perdido en un pueblo perdido de Noruega es a un asturiano. El mundo es un pañuelo. 

Tras una breve charla, al supermercado a recordar viejos tiempos y comprar algo de comer. Por cierto, al supermercado entré con mi maleta de viaje y un portapóster, y ni me pidieron dejarla, ni me registraron nada luego. Ya echaba de menos esa confianza...

Las vistas desde Flåm también son muy bonitas. Estuve andando un rato y sacando algunas fotos, y 20 minutos antes estaba ya en la parada, que era el último bus del día y tampoco quería perderlo. Aurland no está muy lejos, pero después del día que llevaba, no quería poner la guinda caminando con una maleta grande y un portapóster a la espalda.




El fiordo de Aurland

Llegó el bus a su hora, monté y pagué mis 30 NOK (casi 4€) por un trayecto de 10 minutos, y me dirigí al fin del destino por hoy. Así que cuando vi el cartel de Aurland en la carretera, así como las primeras casas, pulsé el botón, ya que solo aparecía una parada en el recorrido. El autobús al rato paró en mitad de la nada, me bajé pensando que estaría cerca, pero no reconocía absolutamente nada de los alrededores.  El problema me lo solucionó un lugareño al que le pregunté, y me dijo que tenía que andar como 10 minutos por la carretera hasta llegar a Aurland, ya que no hay ningún camino ni nada para peatones... 

Así que allá me veis, tras 5 horas de viaje, una maleta grande y un portapóster, caminando por una carretera perdida de los fiordos noruegos. Al final, tuve justo la anécdota que estaba tratando evitar, aunque no tan dramática como hacer todo el recorrido andando. Finalmente, llegué a Aurland y pude descansar, que el día siguiente me esperaba un viaje en barco recorriendo el Aurlandsfjord y el Nærøyfjord, este último Patrimonio de la Humanidad. Pero eso ya lo dejo para la siguiente entrada...

Llegando a Aurland, a la derecha de la foto, a orillas del Aurlandsfjord

viernes, 19 de julio de 2013

Ruta por los fiordos noruegos: Bergen

Hace poco tuve la oportunidad de volver a Noruega, país en el que ya disfruté de una estancia de 3 meses hace un par de años por motivos de trabajo. En esta ocasión, el viaje fue igualmente por trabajo, y para ello tenía que desplazarme a Bergen, en el suroeste del país, y ciudad que no pude conocer en mi anterior visita.

Pero además, Bergen se considera la puerta de entrada a los conocidos fiordos noruegos, así que aproveché y me quedé un fin de semana para conocer los alrededores y visitar dos de los fiordos más conocidos de Noruega. Pero de eso ya os hablaré más adelante, vamos a empezar por el principio.

Para ir a Bergen tomé un vuelo desde Barcelona, ya que Vueling viaja directamente hasta allí, por lo que me venía estupendamente. Una vez que aterrizamos en Bergen se me acumularon muchas sensaciones, pero sobre todo tenía una gran alegría de volver a poner pie en territorio vikingo. Tanto es así que casi no noté el primer sablazo, el bus que conecta el aeropuerto de Flesland con el centro de la ciudad (Flybussen), y que cuesta 100 NOK, casi 13€. El trayecto ronda los 30 minutos.

Ya en el centro y con la maleta en el hotel, era el momento de empezar a explorar la ciudad. Según parece, Bergen es una de las ciudades más lluviosas del mundo, pero cuando llegué (un domingo por la mediodía) hacía un día espléndido, tiempo que se mantuvo durante dos días más. La lluvia apareció con fuerza el miércoles y el jueves, pero esos días estuve bastante ocupado en el congreso, y el jueves por la tarde además ya salí de la ciudad, así que pude disfrutar de mis paseos por Bergen con un tiempo fabuloso.

Tenía el hotel al lado de Byparken, donde hay un gran lago. Este parque se encuentra además al lado de la estación de trenes y autobuses, por lo que es una buena zona para alojarse en lo que respecta a los viajes posteriores. Lo primero que hice fue ir hacia el parque por tanto, ya que tenía que cruzarlo para ir al centro y a la zona más conocida de Bergen, Bryggen.

Byparken

Al terminar el parque y cruzar por Olav Kyrres gate, poco después sale una amplia calle peatonal muy transitada que desemboca en Torget, la plaza donde se encuentra Fisketorget, es decir, la Plaza del Pescado. Es una de las atracciones más turísticas de la ciudad, un mercadillo donde se puede comprar pescado y también se puede comer a unos precios elevados, por supuesto. Aunque sea una de las atracciones más típicas, realmente el mercado lo llevan muchos extranjeros; escuché hablar en español, catalán e italiano en varios de los puestos. Yo suelo huir de este tipo de sitios marcadamente turísticos, o al menos, no suelo comprar ni dejarme el dinero, así que no dediqué mucho tiempo al mercado.

Explanada al cruzar Olav Kyrres gate. Al fondo, el teatro

Llegando a Torget

Torget es el epicentro de la actividad en Bergen. Además del Fisketorget, la Oficina de Turismo principal se encuentra aquí, y en verano abre hasta las 22 de la noche. Bueno, hasta las 22 a secas, porque a esa hora en verano NO es de noche. Ni a las doce, ni a la una. Es más, os puedo decir que salvo el miércoles que estaba nublado y nos quedamos varios hasta las 3 de la madrugada por la ciudad, no vi anochecer en Bergen, y en Noruega en general. Siempre había luz.

Torget, el centro de la ciudad

El mercado del pescado

Vista de la cima de Fløyen y las casas de Torget, desde el puerto

El puerto (Bergen Havn) también se encuentra aquí, al lado del mercado, pero no tiene nada que ver. Lo mejor son las vistas de Bryggen, que ya aparece al otro lado. Aunque si os soy sincero, la primera impresión del conocidísimo barrio de Bergen fue... decepcionante. A primera vista, Bryggen se muestra como una hilera de 8-10 casas de madera, muy coloridas y bonitas sí, pero realmente no parece aportar demasiado, si ya has estado en otras ciudades noruegas. Cuando estuve en Trondheim por ejemplo vi varias casas de este tipo, así que no me llamó particularmente la atención.

Bryggen

Bryggen y el puerto, desde el otro extremo de la calle

Pero no hay que dejarse engañar. Al ir paseando por las casas, de vez en cuando aparece un pequeño portal que da paso a un corredor que se adentra entre las casas, y ahí está la verdadera gracia de Bryggen. Estas callejuelas te transportan tres siglos atrás, recreando el modo de vida de los mercaderes hanseáticos que vivían y trabajaban allí. Como ha pasado con muchísimas ciudades noruegas, el barrio ha sufrido varios incendios, y en la actualidad la zona más antigua (un cuarto de las casas) data de principios del siglo XVIII, mientras que el resto son más recientes, aunque construidas al modo tradicional. Podéis subir por las escaleras, pasear por los 2 o 3 callejones que tienen, tomar algo en alguna terraza (me refiero a dentro de las callejuelas, no las que dan al puerto), o si queréis, mirar o comprar algo en las tiendas.

Callejeando por Bryggen

Es como irse al pasado

En la fachada de las casas hay varios bares para tomar algo, aunque ya os aviso: preparad la cartera, que tomar una cerveza (algo menos de una pinta) puede salir por unos 12-13€. Pero como uno no sabe cuándo va a tener la oportunidad de volver allí, y un día es un día, aquí el que escribe cayó y se tomó una cerveza en Bryggen en una terreza con vistas al puerto.

Siguiendo la orilla del puerto en la parte de Bryggen, se llega a Bergenhus Festning, una fortaleza del siglo XIII bastante bien conservada. Tiene un pequeño parque y varios edificios, destacando Håkonshallen, un hall que estaba en reformas pero que abrieron para los que íbamos al congreso, y la Torre de Rosenkrantz (Rosenkrantztårnet), a la que por problemas de horario no pude ir. En el hall, donde se organizó una recepción, me sentí como en cierta boda archiconocida de una serie fantástica. Es muy bonito por dentro, aunque no pude sacar ninguna buena foto. Pero ya os digo que si en ese momento empiezan a sonar The Rains of Castamere, empiezo a correr como si no hubiera mañana y no me ven más por el congreso.

Entrada a la fortaleza

Al lado de Bryggen y volviendo de la fortaleza, por la zona de Øvregaten, hay algunas casitas pintorescas por las que es agradable pasear. Me sorprendió su color blanco. Siguiendo por esta calle se llega al final al funicular donde se puede ascender a Fløyen, una de las colinas que rodean a la ciudad. Otra de las colinas que se puede visitar fácilmente es Ulriken, que dispone de un teleférico. 

Casas blancas cerca de Øvregaten

Como a mi los teleféricos me dan mal rollo, me decidí por Fløyen. Y cuando llegué al funicular, la cola era impresionante. Como tenía tiempo, ya que esa mañana la tenía libre, decidí subir andando, lo que da otra perspectiva a la visita. Creo que más disfrutable y sana, aunque más exigente también. La subida dura aproximadamente una hora a un ritmo aceptable, pero hay pendientes muy bruscas. Había momentos en los que agradecía las escaleras para descansar un poco las piernas. Pero tampoco hay que preocuparse, si queréis ir con calma hay varios bancos por el camino y zonas para coger aire, a la par que admirar las fabulosas vistas de la ciudad. Eso sí, las mejores vistas se tienen desde la cima, donde la panorámica es preciosa, con el océano al fondo y el entramado de islas que rodean a la ciudad fácilmente visibles. En la cima también hay una cafetería, donde podéis reponer fuerzas a un precio bastante comedido.

Subiendo al monte. El ciervo no era de verdad...

Una subida muy agradable. Al fondo se ve el funicular, donde muchos subirían más cómodos

Bergen y las colinas que la rodean a uno de sus lados

El puerto de Bergen y el océano al fondo, desde la cima de Fløyen

Básicamente, ese fue mi recorrido turístico por Bergen, para lo que dediqué aproximadamente día y medio, quizá un poco menos. El resto del tiempo lo pasé en el congreso, o ya dando una vuelta por los mismos sitios, no me pareció que hubiera mucho más que ver. Hay que decir que la ciudad tiene varios museos, pero la entrada es cara, y salvo que se visiten unos 5 el mismo día, la Bergen Card no me salía muy a cuenta, por lo que solo entré al Museo Hanseático, en Bryggen, que explora un poco más la historia hanseática de la ciudad, y permite conocer una de estas casas clásicas por dentro. Me pareció una visita muy disfrutable y recomendable si tenéis más interés en esta zona.

Para terminar, algunos consejos generales. Comer, y en general, vivir en Noruega, es muy caro. Extremadamente caro. Las comidas las solía hacer en establecimientos como los 7-Eleven, Deli deLuca o Narvesen, sitios donde se puede comprar algo de cómica rápida (aunque decente) a un precio más asequible, así como algo de beber, dulces, revistas y algunos artículos básicos. Un café y un bollo para desayunar puede salir por unos 30 NOK (casi 4€) y comer algún bocata y una botella de agua, puede oscilar entre los 70-80 NOK, casi 10€, por lo que es una forma de ahorrar. Si uno se sale de aquí, puede pagar tranquilamente unos 10€ por un desayuno, o unos 30€ por una comida, aunque vaya a un pub a por una hamburguesa y algo de beber. Otra opción es ir a un supermercado y comprar algo de pan y hacerse los bocatas uno mismo, claro. Pero para que os hagáis una idea, el pan ya cuesta entre 2 y 3€.

Igualmente, salir es muy caro. La cerveza más barata la encontramos a 49 NOK (algo más de 6€), y fue todo un descubrimiento. Lo normal es pagar entre 8 y 10€, y si elegís una terraza o un pub por la noche, podéis pagar unos 13 o 14€. Lo digo con conocimiento de causa...

Más casas pintorescas en el centro de la ciudad

Después de pasar 4 días en Bergen y pasarlo estupendamente, el jueves a mediodía cogí un tren para empezar el verdadero viaje. Me pareció una ciudad agradable para pasear, y creo que con un día y medio o dos días, en el caso de que haya mucho interés en ver varios museos, es tiempo suficiente para tener una idea general.

En la siguiente entrada os hablaré del Tren de Flåm y la llegada al fiordo de Aurland.

martes, 22 de enero de 2013

Perth, Escocia

Comienza por fin la serie de entradas sobre la pequeña ruta por Escocia que pude disfrutar el verano pasado. Fui a finales de junio, en un vuelo Madrid-Edimburgo. Nada más llegar al aeropuerto de la capital escocesa me subí a un autobús con el objetivo de llegar a la estación de tren de Waverley. Y es que Edimburgo sería la última ciudad que visitaría, porque mi idea, tal y como hice en el planning, era encaminarme al norte, hacia las Highlands. Y así, ya desde que aterricé y con el objetivo de ganar unos kilómetros, marché hacia Perth.

 
Vistas desde el tren camino de Perth

Perth se encuentra en un punto central en Escocia, ligeramente tendiendo al este y aproximadamente a una hora en tren desde Edimburgo. Es una ciudad de poco más de 40000 habitantes, y es conocida porque se encuentra al lado de Scone, el lugar donde se encontraba la Piedra del Destino y se coronaba a los reyes escoceses. El mayor auge de esta ciudad tuvo lugar durante la Alta Edad Media, durante la cual se consideraba la capital de facto del país. Esto fue así hasta el siglo XV, cuando el rey Jaime I de Escocia fue asesinado por un grupo de rebeldes mientras descansaba por la noche en la abadía de los dominicos, a las afueras de la ciudad. Después de esto, se decidió trasladar la corte a Edimburgo.


Hoy día la ciudad ya no tiene un peso tan importante, y no se encuentra entre las diez ciudades más habitadas del país. Sin embargo y como está en una ubicación bastante céntrica es un buen nudo ferroviario. Por ese mismo motivo a mi me venía de perlas para enlazar al día siguiente con otro tren para subir hasta Inverness, la capital de las Highlands, y tenía una mañana para aprovechar y ver lo que pudiera de Perth.


Pero una mañana es poco tiempo. Y no porque Perth realmente requiera mucho más, pero sí que me hubiera gustado acercarme hasta Scone, uno de los puntos históricos más importantes de Escocia. Sin embargo son unos 3 kilómetros hasta llegar a la villa (que no al palacio), y luego había que volver; mi tiempo era limitado y el que hacía esa mañana era frío y lluvioso, así que no era el más indicado para caminatas por el campo para ir de una ciudad a otra.


Pregunté en el B&B por la mejor opción para el rato que disponía, y me aconsejaron un paseo por la orilla del río. Y no fue una mala recomendación en absoluto, ya que hay un gran parque al lado, y allí ya pude empaparme de todo el verde escocés, de estar rodeado de árboles, césped, jardines y agua; porque también me empapé por la lluvia, claro está. Muy escocesa también. Siguiendo el paseo del río se llega a los puentes que conectan el centro de Perth con la zona de Bridgend (nombre original donde los haya), y también a algunas de las arterias principales de la ciudad, que tomé para visitar el centro.

 
Un rincón de Perth, junto al río

 
Grandes explanadas de verde

 
Uno de los puentes de la ciudad

 
Casas al otro lado del río

 
... y más verde

Gran parte de los edificios o puntos históricos ya no están en pie, y a pesar de que tiene un centro histórico muy británico y es agradable pasear por sus calles, en lo que a mi respecta no me pareció que destacase especialmente. Hay varios comercios, alguna que otra iglesia con sus torres puntiagudas y algún edificio aislado que sí da esa impresión de viejo, de salido de la Edad Media, que era lo que me hubiera gustado ver, pero poco más.


En vista del mal tiempo que estaba haciendo y que la ciudad tenía poco más que ofrecer, me encaminé al Museo Militar dedicado a la Black Watch, también conocida como el Regimiento Real de las Tierras Altas. Es un museo interesante con bastante información sobre este destacamento militar con gran tradición, y una buena opción para un día lluvioso como el que estaba haciendo. Y además suena muy parecido a la Night's Watch, lo que es un plus...

St. Matthews's Church of Scotland

St. John's Kirk

Una calle del centro, al lado de St. John's Kirk

Fair Maid's House, el edificio civil más antiguo de Perth (1475)

Callejeando por Perth

Como el Museo Militar me pillaba al lado del B&B, volví para recoger la maleta y encaminarme a la estación de tren. Y como estaba cayendo un aguacero muy majo, la dueña del B&B se ofreció a llevarme en su coche a la estación, todo un detallazo. El B&B estaba además francamente bien y a un precio muy razonable, y desde luego, la atención fue inmejorable, aparte del detalle de acercarme a la estación.


Tras pagar el billete de tren para Inverness, me preparé para unas 2 horas y algo de viaje que me llevaría hasta la capital de las Highlands, de la que os hablaré en la siguiente entrada.