martes, 23 de octubre de 2012

Córdoba

Este año he podido saldar al fin una de mis deudas pendientes con Andalucía: Córdoba, una de las ciudades más importantes de la historia de España y en general, del mundo, especialmente durante la época de dominio árabe de la península. Otra de mis grandes deudas es con Granada, deuda que espero saldar durante 2013 con un poco de suerte.

La fundación de Córdoba se remonta al Imperio Romano (aunque existían asentamientos previos), siendo la capital de la Baetica y época durante la cual se considera que nació Séneca; posteriormente fue conquistada por los árabes, surgiendo el Emirato de Córdoba, que degeneró luego en el Califato de Córdoba, y en la que la población llegó a alcanzar entre 400 mil habitantes o incluso un millón, según las fuentes. Lo que sí parece claro es que durante el siglo X, Córdoba era una de las ciudades más grandes e importantes del mundo, siendo un centro cultural y religioso importantísimo. En el siglo XIII fue reconquistada por Fernando III, y se siguieron acometiendo más construcciones y reformas, como la del Alcázar, que sirvió de corte y centro de operaciones de los Reyes Católicos durante la reconquista de Granada.

Puente romano sobre el Guadalquivir

Muralla en el casco antiguo

Descansando

Las paredes hablan

Una ciudad con peso en la historia, vaya. Una ciudad imprescindible, Patrimonio de la Humanidad, y que debería estar en cualquier visita planificada por el centro-sur de España. Yo acudí en agosto, como un valiente. Fui desde Badajoz, así que el calor no me asustaba (tanto); realmente no me gusta pasar calor, pero estoy acostumbrado de alguna manera después de 25 años viviendo en un horno. Córdoba en esa época es como estar en una sartén al fuego, como os podéis imaginar, aunque tuve una suerte relativa y no hizo tanto calor como era de esperar por la época. Pero era visitarla en ese momento o ya tendría que esperar al 2013.

El hostal lo tenía a pie de mezquita. Una ubicación inmejorable en relación al centro y a un precio fantástico, 40€ la noche para un cuarto completo, en muy buenas condiciones y cuya ventana daba a un pequeño patio con plantas. Buen punto de partida para iniciar las rutas por la ciudad, ya que era salir por la puerta y darme de bruces con el muro de la mezquita. Literalmente.

El parquecillo de la mezquita

Y el maravilloso interior, con sus arcos y columnas

Jardines del Alcázar

Las caballerizas

Lo primero que se me viene a la mente al recordar Córdoba (aparte de la mezquita) son las callejuelas, esas calles blancas salpicadas de tiendas y macetas, el goteo incesante de turistas, especialmente alrededor de la mezquita, y de las vendedoras de romero. El único momento de tranquilidad es a las 9 de la mañana, cuando parece que la ciudad se está despertando todavía. La recuerdo también como una ciudad deslumbrante bajo el sol, llena de luz pero también de rincones más tranquilos y frescos bajo las sombras de los árboles, el zoco o entre sus callejones.

Lo mejor de Córdoba es pasear por su extenso casco histórico. Recorrer sus callejuelas y descubrir los patios andaluces, dando la impresión de que uno está en un pueblo, solo que muy grande; encontrarse con la sinagoga o la casa andalusí, parar un rato en uno de los innumerables bares de tapas, y descubrir rincones especiales, como la calleja de las Flores, desde donde se obtiene una vista fantástica de la torre de entrada de la mezquita. Si os dejan los turistas claro, yo tuve esa gran suerte de disfrutar de la callejuela y su pequeña plaza durante unos segundos para mi solo. Todo un lujo.

Paseando...

Personas descansando un rato en la sinagoga...

...y otras obteniendo un recuerdo en el zoco

Calleja de las Flores

Pero luego no hay que olvidar las grandes atracciones: la mezquita, el alcázar o los baños califales, son unas visitas muy gratificantes y disfrutables, especialmente las dos primeras, lugares a los que dedicaré su correspondiente entrada. Y qué decir de su gastronomía. Se come de lujo, ya sea de raciones en un bar, atacando un gigantesco flamenquín o degustando comidas de las distintas culturas que convivieron allí. Córdoba en definitiva, es una ciudad que me ha encantado, y que desde luego recomiendo a todo el mundo. Yo no sé cómo he tardado tanto en ir..., pero desde luego es un lugar al que no me importaría volver.

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