Casi han pasado tres meses desde que me vine a vivir a Japón. No tenía pensado retomar el blog, pero hay veces que 140 caracteres no dan para mucho juego, y quería (o necesitaba) compartir algunas ideas que me vienen rondando la cabeza estas semanas, después de estos casi tres primeros meses viviendo en Japón. Además, más de uno me habéis comentado que escriba sobre lo que estoy viviendo aquí, así que vamos a ver qué tal funciona esto, aunque no sé si será lo que esperabais...
A estas alturas y si mi situación fuera como en las otras dos estancias que he tenido, estaría casi preparando la maleta y pensando en planes que hacer para cuando llegase a Alcalá de vuelta: llamar a los amigos para reencontrarnos y tomar unas cañas, apuntarme a esos clubs con actividades tan interesantes que había encontrado durante esos tres meses fuera (y a los que luego nunca me apuntaba), planificar el trabajo más inmediato, ir a sitios nuevos que aparecen persistentemente en la lista de pendientes...
Cuando uno está de estancia fuera por 2-3 meses, todo se puede relativizar pensando que en 3 meses (o 2, o 1), te vuelves a tu casa. Siempre hay cosas que ver en la ciudad donde estás viviendo temporalmente y alrededores, y siempre puedes entretenerte por ti mismo, aunque al final seguramente acabes conociendo a gente. Pero te puedes apañar. Realmente, estás como de prestado en el lugar. Vas a trabajar todos los días, haces la compra, chapurreas un par de palabras en el idioma local que vas aprendiendo a base de prueba y error, y casi te sientes como uno más. Pero sabes que en tres meses te vuelves. Nunca llegas a integrarte del todo, porque no tiene sentido mirar nada a largo plazo en ese lugar de prestado.
Ahora todo es diferente. Esos 3 meses casi han pasado, y aunque muchas de las sensaciones son parecidas, el recurso de "en dos semanas me vuelvo a casa" ya no existe. Voy a empezar diciendo que hoy por hoy puedo decir que no siento morriña, que no echo de menos vivir en España. Que aquí estoy bien, por lo general. Que la vida es muy cómoda y aunque mi apartamento es pequeño, en general he ganado en calidad de vida. Así que no estoy contando los días para volver. De hecho ni siquiera sé si quiero volver. Si me preguntaran hoy mismo, diría que no. En un año me lo podéis preguntar otra vez, a ver qué opino...
No tengo morriña, pero si dijera que estos tres meses han sido un paseo triunfal lleno de felicidad y excursiones fabulosas donde nunca he sufrido ningún bajón, mentiría. Hay días que es terriblemente difícil no echar de menos a los amigos, o a la familia. Tomar unas cañas, contarse las penas (emocionales, laborales, lo que sea) y compartir un rato. Y en esos días, es cuando uno nota la diferencia entre irse de estancia 3 meses, con fecha de caducidad, o irse a vivir al menos 3 años.
Cuando tienes que apañarte sólo a más de 10 mil kilómetros de tu país de origen, en un lugar donde el idioma es realmente una barrera porque te das cuenta que no sabes leer otra vez, y sin nadie en quien apoyarte, las cosas se viven de otra manera. Emocionalmente es como una montaña rusa, todo está magnificado, tanto los estímulos que recibes, ya sean de personas o lugares, como tu reacción ante ellos. Y eso es algo que me ha sorprendido de lleno en estos tres meses.
Japón es un país lleno de cosas interesantes, y siempre hay algo que aprender o discutir cuando hablas con la gente o vas por la calle.
- "Aquí os llamáis por el apellido y no por el nombre, ¿verdad?"
- "Ah, ¿que has estudiado español como segunda lengua en la universidad? Claro, podemos practicar cuando quieras..."
- Vale, tengo que asumir que los toros y el flamenco es lo más conocido de mi país aquí. Y la paella.
- Una historia tan (relativamente) desconocida para occidente, esos museos tan exóticos y llamativos para mis ojos europeos...
- ...
Las pequeñas victorias, como descifrar cómo funciona tu lavadora, se hacen enormes. Empiezas a poder entender partes de carteles por la calle, y te alegra darte cuenta que empiezas a saber leer otra vez. Te preguntan cosas cuando haces la compra, y sabes responder. Descubres una cafetería nueva. Tus compañeros japoneses te invitan a ver con ellos unos fuegos artificiales. Vas hablando más y más con la gente, vas acondicionando tu casa, disfrutas tu primer hanami, visitas esos sitios sobre los que tanto has visto y leído...
Las pequeñas derrotas, por otra parte, se hacen muy duras. Como cuando piensas que ya le has pillado el truco a hacer la compra, y te sorprenden con una pregunta que no sabes responder. O peor, sí que sabes, pero no te has enterado cuando te lo han dicho; cuando no puedes hablar con alguien porque no sabes mucho japonés, y la otra persona no sabe mucho inglés, y te das cuenta de que realmente, hasta ahí puede llegar la conversación; cuando se te olvidan los kanjis que has estudiado una semana antes; cuando te llega una carta y tienes que pedir ayuda porque no sabes si es algo bueno o malo...
Y esas pequeñas derrotas, como una pequeña piedra que se desprende de la montaña va provocando una reacción en cadena que a veces es complicada de atajar. Y actualmente, la opción de llamar a un colega para tomar unas cañas sencillamente no existe. Siempre quedará Skype sí, pero coincidiremos en que no es lo mismo. Y entonces, ya estés en tu minúsculo apartamento o tomando un café por Tokyo, te das cuenta que estás rodeado de la población de toda España, pero te encuentras terriblemente aislado. Y ya sé que es lógico y normal, porque llevo aquí 3 meses y he vivido 33 años en España. Pero lo que importa, es que ahora vivo aquí y ahora, y aquí y ahora, eso es lo que hay. Otro día si queréis hablamos de cómo de fácil o difícil es conocer a gente cuando tienes más de 30 años, no te gusta salir de bares y fiesta, llegas de nuevas a otro país donde no hablas el idioma, y casi toda la gente tiene su vida resuelta a estas alturas.
A pesar de todo, mi valoración de estos tres meses es positiva. Estoy bastante contento en el trabajo, mis compañeros se esfuerzan por ayudarme con las cosas que desconozco y cada vez me siento más integrado, voy teniendo más confianza con algunas personas, voy conociendo lugares nuevos y en general, estoy disfrutando de mi nueva vida en Japón. No me arrepiento de haber tomado la decisión que tomé.
Soy consciente de que esta entrada es igual un tanto incoherente, caótica. A ratos parece que no me quiero ir de aquí, y otras veces parece que el día a día es bastante duro. Pensándolo bien, es un poco como mi experiencia en estos tres meses aquí. No soy capaz de explicarlo mejor.
P.D.1: me temo que si retomo el blog, va a tener un carácter más personal que de costumbre. Igual porque ahora es lo que necesito, igual porque no le acabo de ver recompensa a hacer entradas muy técnicas y descriptivas de sitios para ver. Y seamos francos, blogs de Japón (o de viajes en general) de este tipo hay montones, mucho mejores de lo que podría ser este, así que no voy a perder el tiempo en eso. Así que creo que me centraré en algunas experiencias que vaya teniendo, y las iré escribiendo de manera aperiódica, según necesite ir contando cosas.
P.D.2: si tenéis curiosidad por algún tema en concreto sobre la vida aquí, podéis preguntar en los comentarios/twitter, y lo mismo me da para otra entrada :) Muchos me habéis preguntado cosas sueltas estos meses por Twitter, Whatsapp, pero no he recopilado una lista, así que podéis refrescarme la memoria si queréis...