St. John's College

Cambridge, Inglaterra

Nyhavn

Copenhague, Dinamarca

Río Nidelva desde Bakke Bru

Trondheim, Noruega

Templo romano

Évora, Portugal

Piazza della Signoria

Florencia, Italia

Castillo de Eilean Donan

Dornie, Escocia

Río Duero

Oporto, Portugal

Molinos

Alkmaar, Países Bajos

Fiordo de Lyse

Preikestolen, Noruega

viernes, 26 de octubre de 2012

Conociendo la Ribeira, en Oporto

La Ribeira es uno de los barrios más conocidos y frecuentados de Oporto. Tal y como el nombre indica, es la zona situada a orillas del río Duero, de gran peso en la ciudad. Gran parte de las empinadas cuestas por el centro acaban desembocando en esta zona, siempre bajando, buscando el río.

El barrio nos muestra las dos caras de Portugal, es un barrio de contrastes: por un lado, casas abandonadas, entradas tapiadas, cristales rotos... Pero por otro, el encanto del barrio es innegable: casas con las fachadas de colores, los puentes sobre el río, las bodegas iluminadas en la orilla contraria (Vilanova de Gaia), las innumerables terrazas para tomar algo...

Eso sí, hay que estar dispuesto a pagar el impuesto turista, y es que comer y tomar algo en esta zona, como uno puede esperar, es considerablemente más caro que en el resto de la ciudad: los precios habituales se pueden ver duplicados tranquilamente. Pero tampoco hay que asustarse demasiado, tomar un café puede salir por un euro y pico y una cerveza por dos euros y algo, considerablemente más caro que en el resto de la ciudad, pero sigue siendo "asumible", aunque duela saber que estás pagando más por lo mismo. Este lugar también es el punto de partida de los numerosos tours por el río, que se pueden contratar en las oficinas de turismo.

Bajando hasta la Ribeira

Terrazas

Uno de los muchos barcos para tours por el río

¡A qué velocidad irán por estas calles!

Teleférico sobre Vilanova de Gaia

A pesar de todo, creo que merece la pena pasar al menos una vez por el aro para disfrutar de un café o una cerveza en una terraza a escasos metros del río, o comiendo algún plato típico portugués en uno de los restaurantes, tanto en los que están en primera línea, como los que hay en las callejuelas. Ya que la Ribeira no es solo la orilla del río, las callejuelas paralelas tienen un gran encanto y merecen ser recorridas en un tranquilo paseo, y pueden ser también una buena opción para cenar, ya que aunque hay algunos restaurante muy caros, también se pueden encontrar otros que no provocarán un agujero en nuestra cartera. ¡Si visitáis Oporto, no olvidéis pasear por este barrio y tomar algo a la orilla del Duero!

Callejuelas

Balcones de la Ribeira

La noche sobre Oporto, a la orilla del Duero

martes, 23 de octubre de 2012

Córdoba

Este año he podido saldar al fin una de mis deudas pendientes con Andalucía: Córdoba, una de las ciudades más importantes de la historia de España y en general, del mundo, especialmente durante la época de dominio árabe de la península. Otra de mis grandes deudas es con Granada, deuda que espero saldar durante 2013 con un poco de suerte.

La fundación de Córdoba se remonta al Imperio Romano (aunque existían asentamientos previos), siendo la capital de la Baetica y época durante la cual se considera que nació Séneca; posteriormente fue conquistada por los árabes, surgiendo el Emirato de Córdoba, que degeneró luego en el Califato de Córdoba, y en la que la población llegó a alcanzar entre 400 mil habitantes o incluso un millón, según las fuentes. Lo que sí parece claro es que durante el siglo X, Córdoba era una de las ciudades más grandes e importantes del mundo, siendo un centro cultural y religioso importantísimo. En el siglo XIII fue reconquistada por Fernando III, y se siguieron acometiendo más construcciones y reformas, como la del Alcázar, que sirvió de corte y centro de operaciones de los Reyes Católicos durante la reconquista de Granada.

Puente romano sobre el Guadalquivir

Muralla en el casco antiguo

Descansando

Las paredes hablan

Una ciudad con peso en la historia, vaya. Una ciudad imprescindible, Patrimonio de la Humanidad, y que debería estar en cualquier visita planificada por el centro-sur de España. Yo acudí en agosto, como un valiente. Fui desde Badajoz, así que el calor no me asustaba (tanto); realmente no me gusta pasar calor, pero estoy acostumbrado de alguna manera después de 25 años viviendo en un horno. Córdoba en esa época es como estar en una sartén al fuego, como os podéis imaginar, aunque tuve una suerte relativa y no hizo tanto calor como era de esperar por la época. Pero era visitarla en ese momento o ya tendría que esperar al 2013.

El hostal lo tenía a pie de mezquita. Una ubicación inmejorable en relación al centro y a un precio fantástico, 40€ la noche para un cuarto completo, en muy buenas condiciones y cuya ventana daba a un pequeño patio con plantas. Buen punto de partida para iniciar las rutas por la ciudad, ya que era salir por la puerta y darme de bruces con el muro de la mezquita. Literalmente.

El parquecillo de la mezquita

Y el maravilloso interior, con sus arcos y columnas

Jardines del Alcázar

Las caballerizas

Lo primero que se me viene a la mente al recordar Córdoba (aparte de la mezquita) son las callejuelas, esas calles blancas salpicadas de tiendas y macetas, el goteo incesante de turistas, especialmente alrededor de la mezquita, y de las vendedoras de romero. El único momento de tranquilidad es a las 9 de la mañana, cuando parece que la ciudad se está despertando todavía. La recuerdo también como una ciudad deslumbrante bajo el sol, llena de luz pero también de rincones más tranquilos y frescos bajo las sombras de los árboles, el zoco o entre sus callejones.

Lo mejor de Córdoba es pasear por su extenso casco histórico. Recorrer sus callejuelas y descubrir los patios andaluces, dando la impresión de que uno está en un pueblo, solo que muy grande; encontrarse con la sinagoga o la casa andalusí, parar un rato en uno de los innumerables bares de tapas, y descubrir rincones especiales, como la calleja de las Flores, desde donde se obtiene una vista fantástica de la torre de entrada de la mezquita. Si os dejan los turistas claro, yo tuve esa gran suerte de disfrutar de la callejuela y su pequeña plaza durante unos segundos para mi solo. Todo un lujo.

Paseando...

Personas descansando un rato en la sinagoga...

...y otras obteniendo un recuerdo en el zoco

Calleja de las Flores

Pero luego no hay que olvidar las grandes atracciones: la mezquita, el alcázar o los baños califales, son unas visitas muy gratificantes y disfrutables, especialmente las dos primeras, lugares a los que dedicaré su correspondiente entrada. Y qué decir de su gastronomía. Se come de lujo, ya sea de raciones en un bar, atacando un gigantesco flamenquín o degustando comidas de las distintas culturas que convivieron allí. Córdoba en definitiva, es una ciudad que me ha encantado, y que desde luego recomiendo a todo el mundo. Yo no sé cómo he tardado tanto en ir..., pero desde luego es un lugar al que no me importaría volver.

viernes, 19 de octubre de 2012

Basílica de Santa Maria del Fiore

Después de pasar fugazmente por la iglesia de Santa Maria Novella, continuamos por la via dei Branchi en dirección a uno de los lugares más importantes de Florencia: la basílica de Santa Maria del Fiore. Comenzó a construirse a finales del siglo XIII, en pleno apogeo de la ciudad, con gran presencia en el mundo en aquel momento. Para ello se escogió la ubicación de otro templo, que estaba en un estado muy precario, y el poder económico de la ciudad y las ganas de superar a las ciudades vecinas Pisa y Siena hicieron el resto. Cuando se construyó pasó a ser la mayor catedral de Europa, aunque actualmente está en el quinto lugar.



Se podría hablar largo y tendido sobre esta basílica y el conjunto en el que se enmarca en la Piazza del Duomo desde un punto de vista artístico: de la impresionante cúpula de Brunelleschi, que se eleva hasta casi 115 metros, que contiene más de 4 millones de ladrillos y a la que se puede subir por 8€; de su fachada, de un mármol resplandeciente en tres colores (blanco, verde y rosado) donde se encuentran además numerosos detalles arquitectónicos que merecerían pararse en detalle, como los rosetones o esculturas; del baptisterio de san Juan y sus Puertas del Paraíso (aunque las que se vean sean una réplica); o del elegante campanario que se alza sobre la ciudad. Pero esa es una titánica tarea que se escapa de los objetivos (y habilidades) de este blog.




Baste decir que el conjunto arquitectónico que se aprecia en la Piazza del Duomo es impresionante, una de esas obras de arquitectura de la humanidad que merece la pena ser preservada a través de los siglos. Y eso es algo que la gente aprecia, desde todas las partes del mundo. Oleadas de personas andan por la plaza, que es un hervidero de gente entrando y saliendo de la basílica, tomando fotos, apostándose delante de las puertas del baptisterio, comprando regalos en los puestos que hay en la plaza...

Es una pena no poder disfrutar con un poco más de tranquilidad en este lugar tan imprescindible de Florencia, pero es inevitable, el precio a pagar. La pena (egoístamente hablando) es que muchas veces esto dificulta buscar un buen rincón para sacar fotos o pararse un rato, ya que los pequeños empujones son frecuentes, lo que resulta algo agobiante. Y lamentablemente, tampoco tuve ocasión de entrar. Como conté anteriormente, mi visita a Florencia fue relámpago, así que teníamos muchas cosas que ver y muy poco tiempo, así que no pudimos parar con tranquilidad.



Aunque en la plaza destacan de manera especial la basílica, el baptisterio y el campanario, existen varios palacios y edificios que también merecen un rato de nuestra atención. Y seguro que también merece una visita el Museo dell'Opera di Santa Maria del Fiore, donde se exponen varios de los objetos originales de la catedral y baptisterio, y que también tengo apuntado para otra ocasión que visite Florencia con más calma. En definitiva, la Piazza del Duomo de Florencia es un enclave imprescindible en cualquier visita a la capital toscana, en la que uno puede dedicar varias horas para conocer muchos de los rincones y edificios emblemáticos allí ubicados.

martes, 16 de octubre de 2012

Valverde de la Vera

Además de Cuacos de Yuste y Garganta La Olla, el último pueblo que visitamos en la región fue Valverde de la Vera. En este pequeño pueblo viven menos de 600 habitantes y es una buena muestra del típico pueblecito de la región, con su plaza y su fuente de cuatro chorros (omnipresente en todos los pueblos), y sus balcones de madera. Este quizá es uno de los pueblos más conocidos de la zona y de Extremadura en general, al celebrarse en Semana Santa la celebración conocida como "Los Empalaos", que siempre sale en los telediarios.




Lo más bonito del pueblo es el conjunto visual que ofrecen sus balcones de madera y la tranquilidad que se respira en sus calles; caminar y perderse por esas callejuelas de piedra donde asoman árboles y plantas a cada paso y se producen esas mezclas de colores es una experiencia de lo más relajante. Realmente el tiempo parece fluir a otro ritmo aquí, alejado del estrés de la vida en las grandes ciudades. Subiendo por las callejuelas se puede llegar a los restos del castillo de los Condes de Nieva, del que queda más bien poco y que se remonta a los siglos XIII-XIV. Aunque el castillo se encuentre en ruinas y solo quede visible parte de una torre, merece la pena subir hasta aquí para ver los tejados del pueblo y las vistas de la región de La Vera.




De regreso del castillo nos paramos en el mesón de la foto que sale a continuación, donde pudimos merendar unos riquísimos buñuelos con miel acompañados de un chocolate caliente, que compensó el fresco y la lluvia que hacía en la calle y nos permitió reponer fuerzas antes de volver a Alcalá. Valverde de la Vera es un pueblo pequeño pero pintoresco, que bien merece la pena dedicarle un par de horas para pasear y tomar algo, como parte de una ruta más larga para conocer la región.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Iglesia de Santa María Novella

Nada más llegar a Florencia a la estación de tren de Santa María Novella, de los primeros edificios que uno puede encontrarse que destaque sobre los demás, si no el primero, es la iglesia de Santa María Novella. Este templo cristiano se construyó en el siglo XI, sobre un antiguo oratorio. La iglesia que se construyó en este lugar fue ampliada posteriormente, terminando las obras principales dos siglos después.


Pero la cara que ofrece a la estación de tren no es lo más interesante, sin duda alguna; no es una mala vista, pero no es la más impresionante. Lo que más me llamó la atención, a medida que pasábamos por la calle adyacente, eran los laterales de la iglesia, en mármol y mostrando una sucesión de arcos. Teniendo en cuenta la pared de ladrillos que había visto desde la estación de tren, realmente no me esperaba esa decoración en un lateral.



Pero lo mejor se encuentra al llegar a la plaza, cuando uno ve cómo asoma una bonita fachada de mármol, principalmente blanco y verde, muy bien cuidada. Su construcción finalizó en el siglo XV, y es una buena muestra del estilo renacentista del que está impregnado toda la ciudad. Lamentablemente y como ya os comenté en la entrada anterior de Florencia, teníamos muy poco tiempo y no nos paramos mucho. Fue una pena no entrar, porque por las fotos que he visto parece que el interior merece bastante la pena también. Igual para otra visita a Florencia, en un futuro...


martes, 2 de octubre de 2012

Cuacos de Yuste: monasterio y cementerio alemán

Cuacos de Yuste es una pequeña población de La Vera, donde viven menos de 1000 habitantes. Es un tranquilo pueblo que tiene cierta fama porque en sus inmediaciones se encuentra el Monasterio de Yuste, lugar de reposo y fallecimiento del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Dado su enclave, Cuacos de Yuste fue el lugar elegido para descansar de la anterior visita a Trujillo y reponer fuerzas para la ruta por La Vera, de la que ya os avancé un poco en la entrada de Garganta la Olla. Por la noche disfrutamos de un pequeño paseo por las callejuelas del pueblo, que guardan bastante encanto.

En la carretera que va de Cuacos a Garganta la Olla se encuentra el Monasterio de Yuste. Este data de principios del siglo XV, y acogió posteriormente a la orden de San Jerónimo, de naturaleza contemplativa. Dos años antes de morir, Carlos I decide abdicar y llevar una vida monástica en este lugar, que tuvo que realizar reformas para acogerle a él y a la corte que traía. Siglos después, el monasterio sufrió daños provocados por un incendio durante la Guerra de la Independencia y por el abandono causado por la desamortización de Mendizábal. No fue hasta hace poco (1949) que comenzó su restauración y posteriormente su declaración como Patrimonio Nacional.

Capilla del monasterio

Entrada a la residencia de Carlos I

Personalmente, encontré la visita decepcionante. Igual tuvo que ver el precio, que considero bastante caro para lo que ofrece (9 euros) o el mal tiempo que había, pero no me resultó una visita especialmente llamativa. Y más por 9€... No recuerdo si dejaban hacer fotos o no en el interior, pero si no tengo ninguna y dejaban, es que tampoco me pareció interesante. El edificio está en buenas condiciones, se nota que ha sido restaurado hace muy poco, pero no encontré nada especialmente destacable, es muy austero. Lo mejor sin duda son las vistas de La Vera desde aquí, y aunque no fue nuestro caso, la posibilidad de llegar al monasterio realizando una ruta senderista desde Cuacos o Garganta la Olla, que visto los paisajes desde luego puede merecer la pena.

Desde el pórtico de la entrada

Vistas desde el monasterio

También en las cercanías está otro punto de interés de esta región: el cementerio alemán. Este cementerio se inaugura en 1983 con la intención de recoger todos los restos de soldados alemanes muertos en territorio español durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial en un único sitio. De este sitio destacan todas las cruces iguales en el suelo, granito sobre verde, siendo llamativo por lo inusual de un cementerio de estas características en España. La entrada es gratuita y no creo que os encontréis con mucha gente, ya que no está muy anunciado.