St. John's College

Cambridge, Inglaterra

Nyhavn

Copenhague, Dinamarca

Río Nidelva desde Bakke Bru

Trondheim, Noruega

Templo romano

Évora, Portugal

Piazza della Signoria

Florencia, Italia

Castillo de Eilean Donan

Dornie, Escocia

Río Duero

Oporto, Portugal

Molinos

Alkmaar, Países Bajos

Fiordo de Lyse

Preikestolen, Noruega

viernes, 25 de mayo de 2012

Catedral de Santa María de Toledo

Nos quedó mucho que ver por Toledo, pero otro de los sitios por el que queríamos pasar era la catedral de Santa María. Su construcción comenzó en 1226 y se terminó algo más de dos siglos después, en 1493, siendo de estilo gótico. A pesar de que su construcción comenzó en el siglo XIII, al parecer ya había un templo de la época visigoda en ese mismo lugar. Más tarde, este edificio visigodo se adaptó para convertirse en la mezquita de la ciudad, y posteriormente se construyó la catedral. De la mezquita todavía quedan restos, como algunas columnas y arcos.

Una historia que no está documentada cuenta que la conversión de mezquita a catedral se hizo "por las malas". A priori, según el acuerdo alcanzado por el rey Alfonso VI con los habitantes musulmanes y mozárabes de la ciudad para que ésta capitulase sin derramamiento de sangre, fue que se respetarían los lugares de culto. Sin embargo y aprovechando que el rey estaba fuera, parece que el arzobispo de Toledo y la reina mandaron tropas armadas para tomar el control del recinto de la mezquita. Esto estuvo a punto de provocar una rebelión, y cuando se enteró el rey condenó a muerte a la mayoría de los implicados. Sin embargo, según parece fueron los musulmanes los que intercedieron para que el evento no fuera a mayores y aceptaron la toma de la mezquita. A finales del siglo XI comenzaron las obras para adaptar el templo al culto cristiano, pero el edificio que se conserva y se puede apreciar hoy día es el resultado de las obras comenzadas en el siglo XIII durante el reinado de Fernando III, ya que el estado de la mezquita-catedral no era muy bueno y el actual arzobispo quería una catedral al nivel de la majestuosa ciudad de Toledo.

Exterior de la catedral

Existen varias puertas de acceso, pero la más antigua es la conocida como puerta del Reloj, del siglo XIV y ricamente decorada con diversos pasajes cristianos y esculturas de reyes y santos, y que cuenta con un reloj de considerable tamaño en su fachada, que es el que le da nombre. Otra de las puertas principales es la del Perdón, del siglo XV y llamada así porque antiguamente hubo un tiempo en el que se concedían indulgencias a los penitentes que pasaban por ella. También destaca la torre gótica de influencia mudéjar, finalizada durante el siglo XV y que alcanza una altura de 92 metros. 

En el interior de la catedral se pueden encontrar numerosas capillas, destacando la Capilla Mayor, en las que están enterrados varios reyes desde la época visigoda. Además de las capillas habría que destacar el impresionante transparente de la catedral, obra del siglo XVIII realizada en mármol que aporta luz al sagrario situado a su espalda, donde esta luz proviene de los tragaluces situados en el ábside.

Puerta del Perdón

Puerta del Reloj

Detalle del reloj

La torre de la catedral

Merece la pena pasar un rato paseando por el interior de la catedral. En un día caluroso puede convertirse en un refugio más fresco que la asfixiante temperatura del exterior, y tiene numerosos elementos que admirar, como el transparente, la Capilla Mayor o el coro, además del resto de capillas, retablos, pinturas, etc. También dispone de vidrieras, que decoran muy bien toda la estructura superior de la cateral. 

El exterior también es muy bonito, destacando su torre y las puertas de entrada, muy bien decoradas. Nosotros estuvimos un buen rato y nos quedamos varias cosas por ver, puesto que no recorrimos exhaustivamente todas las capillas, ni subimos a la torre, ni nos demoramos en exceso por el resto de sitios. Es una visita imprescindible si pasáis por Toledo, y es verdaderamente un edificio impresionante desde un punto de vista arquitectónico.

Interior de la catedral

La entrada al coro

Capilla

El transparente de la catedral de Toledo

martes, 15 de mayo de 2012

Santillana del Mar

Santillana del Mar es un pequeño municipio cántabro y uno de los atractivos turísticos más importantes de la región, al situarse en las cercanías la famosa Cueva de Altamira. Sin embargo no fue la cueva el motivo de mi visita a este pintoresco pueblo, sino el pasear un rato por sus calles. Y es que Santillana del Mar, la villa de las tres mentiras (ni es santa, ni llana, ni está en el mar), presenta un casco histórico en un excelente estado de conservación.

La presencia de la Cueva de Altamira ya demuestra que las cercanías del lugar estuvieron habitadas desde hace tiempo. No se ha encontrado sin embargo ninguna información sobre algún posible núcleo de población es lo que es la actual villa, aunque sí se han encontrado algunos restos romanos en las cercanías, lo que sugiere que alguna población romana estaba cerca. 

El nacimiento de Santillana tuvo lugar durante la Edad Media, surgiendo alrededor de la Colegiata de Santa Juliana. Originalmente era una ermita, que mediante sucesivos fueros y apoyo de la corona de Castilla fue ganando importancia, obteniendo Santillana el estatuto de villa en 1209, siendo esta época cuando gozó de más poder en la región. En el siglo XIII pasó a depender de la diócesis de Burgos, por lo que la importancia de la colegiata decayó, pero comenzó el desarrollo urbano alrededor de la Plaza Mayor, culminando en los siglos XIV y XV con la construcción de numerosos palacios y torres. En 1445 el rey Juan II de Castilla creó el Marquesado de Santillana, que recaería posteriormente en los Duques del Infantado. Al perder el control directo real, la villa comenzó su decadencia y estancamiento.

Convento de Regina Coeli

Casa de los Villa, a la derecha

Ayuntamiento (al fondo), en la Plaza Mayor

La mayoría de las casa y palacios de Santillana se construyeron durante los siglos XVI y XVII. La ciudad estaba llena de linajes hidalgos, y estos fueron los que se coparon la mayoría de puestos administrativos, mientras que los campesinos tenían que arrendarles las tierras. La villa comenzó a ponerse de moda a mediados del siglo XIX, cuando el turismo aristocrático español eligió Cantabria como su región de ocio. 

En 1889 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico, y en 1927 comenzaron las primeras restauraciones. Las casonas y palacios se estructuran fundamentalmente sobre dos calles, que al final confluyen en la colegiata. Es un pueblo muy pequeño, por lo que lo más cómodo es planificar una ruta subiendo por una de las calles hasta llegar a la colegiata, y luego bajar por la otra. Hay algunas callejuelas más, y si el tiempo acompaña y os sobra tiempo también las podéis incluir, pero lo más importante está en las otras dos principales.

Torre de Don Borja (la que tiene el arco más grande de entrada)

Paseando...

Torre del Merino

Hay que reconocer que la villa es bastante bonita, y está en un estado de conservación fantástico. Pasear por sus calles es trasportarse a unos cuantos siglos atrás, si no fuera por la cantidad de turistas que abarrotan sus calles. Y es que Santillana del Mar está más que explotada, numerosos autobuses llenos de turistas dejarán a estos a la entrada del pueblo, ya sea para verlo o como parte de alguna hipotética ruta para ver también la cueva de Altamira. Así que la villa está muy enfocada al turismo, y prácticamente podremos encontrar cada dos pasos alguna tienda de productos típicos de Cantabria, alguna posada o similar, y varios turistas deambulando de aquí para allá, lo que en un pueblo tan pequeño se nota muchísimo.

Con respecto a las tiendas, no me parece mal que se vendan productos típicos en el pueblo, está claro, pero al final muchas de las tiendas venden exactamente lo mismo (y de las mismas marcas), dan la sensación de ser iguales, y para mi eso le resta bastante encanto, ya que todo queda bastante artificial. No obstante, si buscáis bien todavía se pueden encontrar obradores propios para comprar dulces, como unas riquísimas quesadas y sobaos, y algunas otras tiendas con más encanto y personalidad que la media. 

A pesar de este punto artificioso, creo que Santillana del Mar merece mucho la pena, no está lejos de Santander y en una mañana o una tarde podéis haberla visto por completo, incluido el Museo de la Inquisición, que está bastante curioso. Al resto de sitios no entré, bien porque no se puede, porque estaban cerrados (como la colegiata), o porque tampoco había mucho que ver, pero el pasear por sus calles es imprescindible si estáis por la zona y os gustan los pueblos medievales.

Más paseos entre las callejuelas

Otro rincón de Santillana

Colegiata de Santa Juliana